La soledad es silencio en sus calles y casas,
el viento mece una puerta destartalada.
Las risas de los niños ya no se oyen,
ni los ladridos de los perros,
ni el canto de los gallos, al despertar el alba.
Es como un cementerio; los nichos: las ventanas,
tumbas: las puertas, balcones - sin tiestos, sin flores-.
Un viejo arado -esqueleto al sol- surca la soledad
con su reja oxidada, al paso de su existencia vana.
En la torre de la iglesia un nido vacío;
las cigüeñas han huido de tanta soledad,
de tanto hastío;
la cruz del campanario
medio tumbada, vencida por el descuido.
Las paredes, encorvadas, soportan tejados
violados
por lluvias y hielos, por raíces de plantas
que se encaran, insolentes, al cielo.
Las calles -empedradas- con musgos alfombradas,
flores, y huellas borradas...
(De "Belleza cruel" cap. III, "De ahora y de siempre")
sábado, 8 de enero de 2011
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Qué versos tan tristes, Jorge, ¡pero qué necesarios!
ResponderEliminarCuántas veces nos sentimos como "pueblos abandonados"... ventanas cerradas como nichos, puertas que ya no se abren y son tumbas...
Sólo nuestra ilusión, coraje y voluntad volverá a poblar todo el hastío y abandono al que nos vimos abocados.
La Vida -en la vida- es condición necesaria para sobrevivir igual que respirar lo es para no morir...
Un besote de tarde dilatada de sábado...
Has descrito una imagen con tanta sensibilidad que la estoy visualizando; me has recordado un pueblo de Soria que visité hace un par de años. Era sí, como tú tan bellamente lo cuentas.
ResponderEliminarMe gusta tu poesía, porque me llega; porque la entiendo.
Un abrazo.
No hay nada más triste que visitar un pueblo abandonado. Los pueblos que se han ido deshaciendo por la emigración y el desgaste de la tierra, mueren lentamente y es ciertamente penoso. Pero yo he visto pueblos abandonados involuntariamente por haberse previsto la construcción de un pantano y he llegado a pasear por sus calles recién abandonadas, encogiéndose mi corazón pensando en esas pobres gentes que tuvieron que abandonar forzosamente su vida anterior y dejar sus recuerdos contra su voluntad. Un abrazo, Jorge.
ResponderEliminarTu poema es un homenaje a esos pueblos,que tuvieron vida y esperanza...Tus versos llegan gritando su soledad y abandono.Algún día la vida retornará a ellos y todo empezará de nuevo,porque nacemos y morimos,como las estaciones y la naturaleza.
ResponderEliminarMi gratitud por compartir la belleza,que nos dignifica y nos eleva.
Mi abrazo grande,amigo.
M.Jesús
Excelente poesía Jorge, mis felicitaciones.
ResponderEliminarPasaba a saludarte y desearte
tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.
Pueblo abandonados hay muchos, la descripción de tu pueblo en el poema, es bastante vívida uno se imagina caminando por él.
ResponderEliminarFelicitaciones por el libro también.
Un fuerte abrazo.
Los pueblos abandonados suelen sen bastante deprimentes, y sin embargo tienen el encanto especial de las voces que perviven en cada una de sus piedras, voces del pasado que nos llaman, que nos hablan y nos cuentan la vida que una vez cobijaron y que aún palpitan en sus cuerpos inertes.
ResponderEliminarBesos
Da tristeza ver que donde
ResponderEliminartanta vida hubo ahora
son las piedras y el musgo
los que hablan del abandono.
Un fuerte abrazo
Igual que la belleza puede ser cruel,
ResponderEliminarla tristeza puede ser bella, y tu lo demuestras.
Un gusto leerte Jorge.
Un beso amigo
Versos de pura melancolia, lembra um lugar comum, algo que ja vivenciamos e guardamos na memoria...
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