sábado, 30 de octubre de 2010

Se hizo el mal por todos...

Dejémonos de colores,
rojo, azul, azul y rojo; ¡basta ya!-
acabemos, de una vez por todas,
con las dos Españas.

Gobernantes y gobernados
dejémonos de odios;
miremos hacia atrás
sin iras ni rencores;
no encendamos, una vez más,
la mecha de la venganza.

Los odios traen las guerras
y el rescoldo de la guerra
-campos y ciudades
con sangre, inocente, derramada-
es más odio.

Han pasado los años, nada es igual que entonces;
atrás quedó, en aquella mísera España,
el analfabetismo, la injusticia, el hambre;
hoy al pueblo no se le engaña.


(Del cap. II, "Recuerdos con el sepia de los años")

martes, 26 de octubre de 2010

Sobre “Frente quebrada”

Mi amigo de Sigüenza, Antonio López, una vez leído mi libro, ha reconocido en el poema “Frente quebrada” al personaje al que están dedicados esos versos. Me envía un correo, diciéndome entre otras cosas:


“...Por cierto... Frente quebrada, supongo que está dedicado al Mosta.
He investigado a través de sus compañeros los pilotos republicanos que visitan habitualmente el Museo del Aire, su historia personal y no estuvo en ninguna prisión después de la guerra. Incluso hizo la mili, como cualquier otro ciudadano -un poco más vigilado-
Fue observador-bombardero en el ejército republicano
En su expediente militar figuran
El 16-01-1937 ascenso a Sargento, publicado en la “Gaceta Republicana (Nº 47) el 16-02 –37.
El 01-09-37 ascenso a Teniente, publicado en el Diario Oficial (Nº 245) el 12-10-37
El asunto del ascenso a Coronel, se llevó a efecto durante la transición, pues a los militares con graduación, suficientemente acreditada, sin delitos de sangre, además de reconocérseles el grado, se les ascendía hasta el de coronel.Y éste fue uno de los casos, aunque se negó a solicitar el reconocimiento de su participación y grado.
Estos documentos, a pesar de su negativa, fueron puestos en marcha por sus antiguos compañeros -la mayor parte ya han fallecido- a los que he conocido en sus visitas al Museo del Aire y me han informado de estos datos. Incluso fueron a visitarle a Sigüenza, para convencerle, acompañados de su hermano que era Coronel de la Guardia Civil.
Reiteradamente se negaba a solicitar nada a su favor; quizá ésto y su huraña personalidad fueran a consecuencia de que derribaran su avión en combate, lo que le causó graves lesiones en la cabeza

Justo unos pocos meses antes de su muerte, le fué reconocido su grado de teniente y ascendido a coronel, con su correspondiente sueldo, que no pudo disfrutar.
Un abrazo
Antonio”

sábado, 23 de octubre de 2010

Frente quebrada

Ojos negros, hundidos, mirada en extravío.
Labios en rictus de ascos y maldiciones,
espalda curvada por años en roto delirio;
sonámbulo despierto de días y noches.

Camina con paso inseguro, agotado,
hastiado de todo y de todos.
Sus brazos caídos, desmayada alma
en cuerpo de gigante, de complexión enorme.

Muchas veces tumbado o recostado
sobre cualquier muro; en la mano, siempre,
una botella,
su única compañera, ignorando al mundo
del que es apartado, en el que es confinado.

Mira al cielo: aún surca los caminos,
entre nubes, que cruzó con su avión de guerra;
en su cabeza rugen los motores,
las metrallas, las explosiones...

Poco más dejó saber de su historia.
No quiso huir; vivió su destierro
bajo los cielos en que hizo la guerra,
la guerra que perdió; vencido por dentro,
vencido por fuera.


(Del cap. II, "Recuerdos con el sepia de los años")

martes, 12 de octubre de 2010

Voy a ir publicando los poemas de los otros dos capítulos de Belleza cruel en este blog para que así esté el libro completo, y podáis leerlos los que no seguís el otro blog donde están publicados. Quedará aquí el libro, aunque los poemas no estén en su orden de edición.

Año 1958

No escapábamos del rosario, de los curas del colegio.
Paseábamos la alameda con las manos en los bolsillos, rotos,
llenos de frío.

Mirábamos al negro cielo, hacíamos guiños a las estrellas,
cantábamos “en el año dos mil y pico... el hombre podrá volar”
-año 2000...qué lejano, muy lejano, nos parecía remoto, inalcanzable,
más que cualquier galaxia, -¿llegaríamos?-.

Filosofábamos, hablábamos de los aviones “a propulsión a chorro”.
Fumábamos, a trozos, los “Ideales” amarillos
con pestazo de colillas apagadas,
guardadas, escondidas, en los bolsillos del abrigo.

Hablábamos de Maribel y de Charito, mirábamos al cielo, ¡qué frío!,
las manos en los bolsillos, calor en las ingles.
La luna, galleta de plata, nos miraba, se reía congelada.

Recitábamos a Jorge Manrique, San Juan de la Cruz.
Cantábamos rancheras, silbábamos el “Puente sobre el río Kwai”
y, a veces, hablábamos de religión y matemáticas.
Y pasaba la tarde invernal del Domingo, calada tras calada
de los cigarrillos “Ideales” amarillos.

(Del cap.II, "Recuerdos con el sepia de los años")

viernes, 1 de octubre de 2010

El desengaño

Tiene el cuerpo de adolescente marchita, arrugas
incipientes en su cara, sus ojos grandes,
como dos faroles, pero apagados...

Su caminar por la calle es ligero
aunque nadie en casa la espera.
En el trabajo es alegre pero discreta;
su misterio es la vida que hace fuera.

Conoció el amor con pasión y fuerza;
muchos días y noches,
así varios años...

Un mal día -quizá mal día no fuera-
vio al hombre que quería;
otra mujer llevaba de su brazo,
ambos... un niño y una niña en cada mano...

El corazón se le quedó helado;
no se creía lo que veía.
De inmediato entendió
por qué, a veces, a su amor no tenía.

Se había escondido detrás de un árbol
mientras ellos pasaban de largo
riendo, hablando...
quedó temblando pegada al gran olmo.

Eso ocurrió ya hace años.
Salió huyendo;
en otra ciudad está viviendo
su cruel desengaño.

(De "Belleza cruel" cap.I, "Mujer, deja que te hable de amor")