Sin túmulos, réquiems ni plañideras,
sin pomposas carrozas, sin caballos,
-ni negros ni blancos-
con o sin sudarios,
echan sobre ti palas de tierra;
quieren cubrir tu efigie,
tu cara, tu gesto -rígor mortis-
todos te huyen, nadie te nombra,
te queman, te incineran
-a dos mil grados-
pero tú, maligna Ave Fénix,
-roja, de sangre y fuego-
te alzas, erguida tu guadaña;
campos y ciudades sobrevuelas.
Después vendrán los buitres y las hienas...
tu negra sombra -de muerte-
la tierra cubre, la vida quiebra; ubicua y eterna.
(Cap.III, "De ahora y de siempre")
martes, 22 de febrero de 2011
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Eterna e invencible,
ResponderEliminartemprano o tarde nos llega
nos cobija con su manto
negro de dama negra.
Buen trabajo.
Besos
Muy bueno Jorge...!
ResponderEliminarTratamos de enterrar la muerte,pero,sigue haciendo de las suyas.Lo peor es que, siempre elige a justos e inocentes,que pagan culpas de pecadores.
Mi felicitación por el buen ritmo y mejor mensaje.
Mi abrazo grande,amigo.
M.Jesús
Jorge, ella siempre acecha, en el momento presiso, se hace presente. Besos, cuidate mucho.
ResponderEliminarElla (la Parca) nunca se quema (cuánta razón): "ubicua y eterna", también es verdad que sin ella la vida sería un sinsentido. Profundo y buen poema, mi querido paisano.
ResponderEliminarBesazo.
Qué buen poema, Jorge.
ResponderEliminarNo, nunca nos libramos de ella.
Nos acecha y juega a posarse en los otros, hasta que decide tomarnos.
Un abrazo enorme.