El otoño luchaba con el invierno,
perdiendo la partida.
Era una mañana fría de Sigüenza,
muy fría, gélida.
Las nubes habían teñido de noche el día.
El aire clavaba la lluvia en nuestras mejillas.
El pinar, mientras, nos regalaba
con el aroma
de tierra y plantas mojadas;
tomillo y romero y, también, resina.
Las copas de los pinos
nos saludaban silbando,
se inclinaban con el viento,
al paso de nuestras correrías.
El castillo, en ruinas,
nos miraba helado;
no se creía tanta alegría,
en día tan ventoso y frío.
Confundidos con los silbidos,
que los pinos emitían, nos llegaron... ¿lloros...
gritos...? Corrimos hacia el camino
que las ramas cubrían.
No lejos, una mujer,
desafiando a los elementos,
se dirigía hacia el cementerio.
Apenas en falda y camisa,
llevando una pequeña caja
del color de las astillas.
Entre quejidos y sollozos subía.
A su niña, muerta, iba hablando, acariciando,
chillando, susurrando,
gritando al cielo.
A nosotros nos ignoraba; no nos veía...
De un resbalón caía a tierra;
en el suelo abrazaba aquella pequeña caja;
la acariciaba, la besaba,
mientras, desgarradoramente,
“mi pobre niña”, decía...temblando.
(De "Belleza cruel", cap.I, "Mujer, deja que te hable de amor")
viernes, 18 de junio de 2010
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Que triste poema.
ResponderEliminarMe encantan las descripciones sobre los elementos de la naturaleza.
Abrazos.
Sí, hay cosas que a las madres nos rompen. Bien dicho.
ResponderEliminar¡Que versos tan tristes!
Querido Jorge, este poema de ahora es desgarrador, doloroso y triste, muy triste, pero deja claro que eres un exquisito poeta de la realidad.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Psique, muchas gracias.
ResponderEliminarPues ese día los elementos estaban desatados; un viento frío, lluvia que las gotas eran hielo... pero los quince años podían con ello.
Un beso.
Alemamá, sí, muy triste y, por desgracia, en este poema narro una vivencia real.
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario.
Un beso.
Muchísimas gracias, Luis, fué una experiencia muy dolorosa; una gitanilla que tendría unos 20 años, llevando a su hija. No me lo he podido quitar de la cabeza; aun hoy sigo viendo las imágenes.
ResponderEliminarTexto que camina, tal vez un poco descriptivo, pero de excelentes evocaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias, vengador, muy amable.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermoso poema que entraña toda la tristeza que puede ofrecernos la naturaleza y la vida misma.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un saludo cordial.
Querido Jorge me has recordado
ResponderEliminarotra vivencia mía de cuando era niña,
esta vez era una madre que lloraba
rota de dolor cuando regresaba del
médico con su hijo muerto en brazos.
Era un día de verano abrasador que
guardo en mi retina y que nunca
pude olvidar.
Hay dolores que no se pueden describir.
Besos
Aunque tengo poco tiempo, estoy deseando estar de vacas, ayer comence tu libro y creo que me va a gustar mucho, fue estupendo conoceros a ambos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rocío
Muchas gracias, Carmela, por tu visita y comentario tan amable.
ResponderEliminarUn beso.
Así es Marisa; siento que hayas tenido, también,
ResponderEliminarEsa mala experiencia, que no se olvida.
Rocío, fué una velada bonita y simpática y, además, nos encantó conoceros.
ResponderEliminarYo ya he leído vuestro libro y he disfrutado recorrer vuestros sentimientos a través de los versos.
Un beso.
Estimado Jorge:
ResponderEliminarHe pasado por tu Blog y me he recreado visitando tus poemas.
Quiero darte la enhorabuena por el libro, tu primer libro del que estoy seguro no será el último.
Da gusto verte emocionado cuando hablas de tu mujer. -Te honra-
Mi reconocimiento y admiración la tienes y mi puerta abierta para cuando quieras visitarme.
Un poetabrazo amigo
Muchas gracias, Anbairo, por todo. Por supuesto que, con mucho gusto, me asomaré a tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi querido paisano, me embarga la tristeza y se me rompe el alma al leerlo, es la vida al revés y siempre me emociona esta crueldad que no comprendo.
ResponderEliminarBesos, muchos pero muchos.
Ps. estuve el domingo por Sigüenza ;-)
Bellísimo poema, una radiografía de la naturaleza y sobre ella el dolor de una madre que llora a su hija muerta. Intenso y genial. Felicitaciones! Un abrazo, poeta.
ResponderEliminarMuchas gracias, Paloma; sí la vida tiene muchos contrasentidos y el más grande es éste: la muerte de los niños.
ResponderEliminarPor Sigüenza, que no, en Sigüenza?
...pero que muchísimos besos.
Alma muchas gracias. Eres muy generosa siempre.
ResponderEliminarUn beso.
Jorge, triste y bello poema amigo. Dolor en letras. Besos, cuidate.
ResponderEliminarMuchas gracias, Poetiza.
ResponderEliminarUn beso.
.. Jorge, últimamente ando un poco ocupado fuera de las nuevas tecnologías, pero siempre pretendo acercarme a las personas como tú y a los buenos, también, poetas..
ResponderEliminar.. un abrazo fuerte..
Agradezco emplees tu tiempo en pasarte por este rincón.
ResponderEliminarSe te echa en falta, el otro día lo comentábamos Jesús Arroyo y yo mismo.
Un fuerte abrazo, Thoti.
Jorge llegan tus letras al alma mia llenandola de tristeza, creo que no hay nada mas doloroso en este mundo que ver partir a un hijo, por ley de la vida uno tendría que irse primero.
ResponderEliminarTriste poema pero tu sabes crear belleza como esta, tus letras.
Es un placer enorme leerte.
besitos para ti Jorge y te deseo un hermoso fin de semana.
Muchísimas gracias, Noemi, por tu generosidad al tratar mis letras. Llevas mucha razón en cuanto a la partida de los hijos; debe ser lo más doloroso.
ResponderEliminarBesos.
Cada vez que leo uno de tus poemas, es como si los leyera por primera vez. Me desgarran, me emocionan...A veces las dos cosas a la vez.
ResponderEliminar¡Qué contraste de emociones! ¡Qué castillo lleno de alegrías! Y el cementerio cobrándose las risas.
Un abrazo poeta.
No es raro, Carmen; te conozco poquito, pero eres toda corazón; muchas gracias por esa cosas bonitas que me dices.
ResponderEliminarEstoy menos en el blog, pues estoy escribiendo, de nuevo.
Un beso muy fuerte.
Un poema que nos muestra la experiencia màs dolorosa que puede sufrir una persona: la muerte de un hijo/a... en cuanto a lo formal me parece atractivo aquello de unir poesìa y relato, en tanto se expresa de manera poètica y a la vez nos cuenta una historia. Bien lograda la atmòsfera climàtica que funciona como analogìa del frìo gèlido de la muerte.
ResponderEliminarUn abrazo para ti, poeta!
Muchas gracias por ese estudio detenido de este poema. Celebro te haya gustado.
ResponderEliminarUn beso, Eva.
Es impresionante, el contraste, la naturalidad, casi la he visto resbalando, sin soltar el bultito. Amo este poema.
ResponderEliminarMuchas gracias, Paty, por tu cariñoso comentario.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué duro y qué bien describes un trozo de realidad dolorosísimo.Nada más cruel que la pérdida de un hijo. Hasta he podio sentir el frío y la lluvia en mi cara y en el corazón.Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Llevas razón; tiene que ser tremendo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Erato.
Un fuerte abrazo.
Poema triste, me partió el alma.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Marián.
ResponderEliminarUn beso.
Y este ...para quitarse el sombrero...
ResponderEliminarMe voy a dormir, llena mi alma de tan buenos poemas.
Besos cariñosos, Jorge.
AME
Amelia, muchas gracias. Espero tuvieras buenos sueños. (Acabo de ver ahora este comentario)
ResponderEliminarBesos.